jueves, 10 de marzo de 2016

El hotel que espanta a los jugadores de la NBA

David Alejandro Chacón. Odio hablar de apariciones, fantasmas, o de supuestos muertos que “asustan”. Cuando me “obligan” a escuchar algo sobre este tema, busco la manera más rápida de abandonar la locación. Pero periodismo es periodismo. En esta oportunidad tocaremos un tema de la NBA, pero no precisamente de lo que está pasando en las canchas o de un tal Stephen Curry, quien está acabando con la liga (positivamente hablando) sino del “hotel embrujado” que espanta a los jugadores de la mejor liga del mundo.
Es en serio, no estamos inventando nada. En Oklahoma, ciudad donde están asentados los Thunders de Kevin Durant y compañía, hay un lugar con muchas historias y no precisamente deportivas. Se llama hotel Skirvin, cinco estrellas, todo un lugar de lujos, de excelente atención y cómodas habitaciones, pero… con un detalle. Tiene un largo historial de actividades paranormales.

Cuenta la leyenda que en los años 30, el señor Skirvin, primer dueño del hotel, tuvo una relación amorosa con una de las empleadas de aseo, esta salió embarazada, tuvo al niño y cuando eso pasó, el propietario los encerró en una de las habitaciones del piso 10. La dama, días más tarde, logró abrir una de las ventanas y se lanzó al precipicio muriendo con su hijo en el sitio.

¿Aún no me creen? “Todos en la NBA conocen la historia", confesó Caron Butler al New York Times, primer medio en contar el relato en 2010. Lo de Butler fue después de que Eddy Curry dijera, ese año “hay algo que pasa ahí. Dicen que pasó en la décima planta y yo era el único que estaba en ese piso. Por eso me pasé toda la noche en la habitación de Nate Robinson. Aquí hay fantasmas”.

Con animales incluídosEl hotel Skirvin volvió a ser centro de atención en la astmofera NBA el pasado 21 de febrero cuando los Cleveland Cavaliers visitaron Oklahoma. Aquejándose con síntomas similares a los de una gripe, Kyrei Irving solo jugó nueve minutos de aquel encuentro. “Me encontré cinco chinches gigantescos a las 3:00 am cuando me levanté porque me picaba todo el cuerpo. Fue una noche espantosa”, declaró el base.

Hasta el mismísimo Tim Duncan, conocido por hablar muy poco, y menos de detalles que no sean de baloncesto propiamente, tiene su historia sobre el maléfico lugar y de “Effie”, como se le llama al supuesto fantasma que ronda el sitio. “Escuché un bebé en una habitación. Sin duda había alguien o algo ahí dentro. No me extrañó porque pensé que la habitación estaba ocupada. Sin embargo, al día siguiente me contaron que llamaron desde recepción y no había nadie y es para volverse loco. Allí había un bebé sin duda”.

La “fama” del Skirvin ha llegado a tales niveles, que algunos jugadores han optado por reservarse, con medios propios, una habitación en otro hotel con tal de no pasar una mala noche. Equipos como los Chicago Bulls, por ejemplo, dejaron de visitar el lugar. La gerencia del lujoso refugio se ha defendido diciendo que no existe ninguna actividad paranormal y en todo momento han velado por la tranquilidad de sus huéspedes.

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